domingo, 23 de septiembre de 2012

POR NATURALEZA...


Uno de los sentimientos más nobles que el ser humano puede expresar es el agradecimiento, los regalos y lecciones que esta vida perentoria nos concede hace  que exclamemos (ya sea oralmente o en nuestros corazones) nuestro agradecimiento a Dios u a otros, incluso a las circunstancias que se dieron para obtener ese beneficio o experiencia que disfrutamos en ese momento particular.

Sin embargo, hay muchos todavía que son ciegos a la verdad, que no reconocen los dones de que disponen o que les han sido otorgados, estoy escribiendo del malagradecido (desagradecido) y de ellos hay muchos y van en aumento, se incrementan día a día en nuestra sociedad actual.

No agradece los favores, usa a las personas según su conveniencia, pero al instante ya no le interesas y te excluye de su vida porque ya no obtiene nada de ti. El asunto es la conveniencia, hoy te necesito, hoy te busco, pero mañana ya no. De todos los defectos que tiene el ser humano, a mi entender, este es uno de los más irritantes y abominables. Por algo dicen “de malagradecidos está lleno el infierno” es decir, no hay nada más repulsivo que una persona que no reconoce un beneficio.

Hay una frase muy ilustrativa que dice: “No muerdas la mano que te da de comer.” Refleja al genuino egoísta, al ser que obtiene lo que quiere de otros, pero que no se detiene a agradecer lo recibido, ni siquiera se percata que debe hacerlo, empezando desde agradecer cuando un taxista cede el paso a un peatón, o cuando en el abasto o supermercado te dan el cambio de la compra, cuando en un transporte público algún caballero o dama concede el puesto para que otro ser pueda sentarse o pasar para salir del vehículo.

Algunos son desagradecidos por naturaleza, creen que los demás están a su servicio y que él debe ser tratado muy bien por los demás, para él no existe el verbo “Agradecer” sino el “Recibir” por eso nunca se molesta en asomar una sonrisa o una palabra de gratitud. Para todos es un maleducado pero para él es un escogido, un ser divino que no necesita agradecer.

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